Entradas

Reflexiones en los procesos de parada

La clave de todo es el tiempo. El que empleamos en vivir y el que muere cada vez que no hacemos nada, el que regalamos al amar y el que perdemos cuando el miedo nos recorre y nos frena y nos hace inestables. Al final, el reloj solo nos acompaña porque hemos asumido que debemos contabilizar las horas como el mundo quiere que lo hagamos; sin embargo, somos nosotros mismos los que vislumbramos nuestras propias perspectivas de la temporalidad. Donde unas veces volamos, otras tantas todo se ralentiza y caemos en la desesperación de lo incontrolable. El mundo nos marca un paso muy distinto al que realmente experimentamos, de modo que el concepto que tenemos de lo vivido vuelve a ser un pensamiento, una circunstancia y un proceso que nace del yo para el yo, aunque estemos enclaustrados en los patrones de lo cotidiano dentro de una sociedad que nos pauta tanto como nos limita. Nuestra razón está sometida a la vivencia, una vivencia contenida en el proceso continuo de las 24 horas, de los 36

Dos Españas para un colectivo

El día 17 de mayo es el Día internacional contra la LGTBIfobia y muchas entidades y empresas se hicieron eco de esta fecha tan señalada para el colectivo. Luchar contra la LGTBIfobia resulta necesario en el siglo XXI pues se espera que el ser humano sea capaz de evolucionar su pensamiento y dejar atrás la falta de tolerancia que a lo largo de toda la historia ha sido el denominador común de todas las sociedades. Entre las entidades que se hicieron eco de esta iniciativa estuvo la Guardia Civil española que decidió poner un tuit en el que se apoyaba la idea de la erradicación de la intolerancia, a la vez que pedía a los usuarios de Twitter que se denunciasen los delitos de odio que se cometan contra el colectivo LGBTI. Frente a esto, un aluvión de críticas escritas por los trolls de esta red social apareció como de la nada. Este hecho quizás no sería reseñable si no fuera por lo que señalaba más arriba, estamos en el siglo XXI y o esperable es que no solo los españoles, sino todos los s

La esperanza está en los libros.

En este momento en el que la cultura está globalizada y alcanzar el contenido está a un solo click de distancia, muchos se preguntan por el devenir de los  libros. Algunos pensaban que la aparición del libro electrónico cambiaría por completo el soporte y la idea que teníamos en el pasado de él; sin embargo, el ser humano es incapaz de cambiar sus rutinas en algunos aspectos. Quizás el concepto de literatura sea cambiante, sin embargo, los libros siguen estando presentes sin que nada cambie ni consiga hacerlos desaparecer. Esto es así porque durante siglos los libros fueron un objeto de lujo y, una vez conseguida su democratización, nadie en su sano juicio permitiría que se extinguieran. Para algunas personas los libros son un lugar en el que esconderse, para otras un mundo en el que encontrar las respuestas a todas sus preguntas. Muchas serán las que encuentren el consuelo tras la tinta y otras tantas las que han aprendido a amar, a soñar, a ilusionarse y a desenvolverse en el

prostitución intelectual

Uno de los grandes problemas de la Cultura y la Educación en pleno siglo XXI es la poca credibilidad social que tienen sus componentes. La sociedad en su conjunto decidió hace mucho tiempo que ambas debían entrar en el gran mecanismo capitalista del marketing y la venta, de modo que los únicos que reciben algo de reconocimiento son los influencers y aquellos que han conseguido la tan ansiada etiqueta de "experto". De esta manera, el resto del sistema educativo ha sido puesto al descubierto ya  que está a la merced de aquellos sabelotodos que sabiendo poco o nada han ganado la fama para que sean otros los que carden la lana. Todo un ejemplo de lo que en tiempos pasados llamaron "eruditos a la violeta". Más allá de este problema, existe otro aún más grave y es cómo la perversión del sistema de venta ha influido en la compensación. En el pasado, cuando un alumno no sabía hacer algo, pedía ayuda a sus profesores y a sus padres. Si se veía que la solución no estaba a

Resurgimiento

Hoy he recibido un email esperanzador, de esos que jamás esperarías y que te remueve por dentro. En él se hablaba de las memorias de una persona a la que conozco y admiro y cómo resurgió de sus cenizas en el peor momento de su vida. Quizás este no sea el peor momento de la mía, pero es verdad que la pandemia del covid- 19 no está siendo un buen momento para nadie y que necesitamos escuchar voces esperanzadas que nos haga volver a sentir pasión por las cosas o, al menos, que nos ayuden o se conviertan en un faro para nosotros. Eso es lo que ha sido ese email para mí, un faro y, por eso, he decidido retomar la actividad de este blog después de cinco años de letargo. Sé que es muy probable que no se convierta en una actividad asidua, también sé que el tono cambiará porque las preocupaciones del ayer no tienen nada que ver con las que me asedian hoy, pero quiero que, de alguna forma, quienes quieran leerme más allá de mis libros encuentren en este pequeño espacio un lugar de confesiones

semana santa

Querido ateo: Sé que quizás para ti esto no sea importante, pero quiero transmitirte que aunque desprecies todo lo que esté relacionado con Dios, hay situaciones que estremecen a cualquiera, sea cual sea su condición y su creencia. Te habla un cofrade, que no intenta convencerte, sino transportarte a su cuerpo y hacer que sientas lo que él durante esta semana de pasión. Ya es día Santo y después de meses preparando la salida por fin este año no la estropea la lluvia. El gentío expectante confía, en silencio, que este año se acabe su espera y   por fin se abren las puertas del santuario. Aparece una cruz de madera con ribetes de plata y dos faroles que iluminarán y guiarán los pasos cofrades. El silencio se rompe cuando el capataz coge el llamador y lo golpea,- al cielo con el Señor- y en los hombros del costalero se renueva la   fe un año más.                                                                                                                Los pies “ra

Po(e)ta en Berlín

Las ratas corren por la calles, Salen haciendo suya la acera Mientras que el hombre, impávido, No ve más allá de sus narices Aunque mire hacia el horizonte. Escombros de su sombra, Un imperio que fue, desiste. Berlín: metal y vigas que se reconstruyen Alzándose hacia un cielo inmóvil. El dolor de ayer se apega al gris, Gris celeste, cemento gris, Gris que acomete como una espada Blandida en la lucha contra un pasado lóbrego. Gris la calle, una mirada gris, Gris la rata, el habla gris Que se encierra en sí misma Rompiendo cualquier intento  de relación. Un imposible. Camino y camino y el color me invade, La sonrisa se pierde con las horas Es concentración encerrada: Una vuelta al demacrado rostro de la guerra Entre un yo cansado y su ilusión de superhombre. Y camino y camino. Camino Y la calle no se cansa Y mi cuerpo no se mueve Porque la puerta se abre paso hacia el espíritu De su leyenda negra; Una leyenda que se regocija