Entradas

Mostrando entradas de abril, 2010

palabrerías de juego intenso

Me he cansado en el sendero de mi vida y, sentada, espero a ver si las llagas de mis pies se curan un poco para seguir caminando. Recurro la sentencia de que, descansar en el camino, no es correcto mas, si por esperar debo morir en este instante, prefiero morir imponiendo mi orgullo ante la suerte. No hablo, solo miro mis constantes pasatiempos como si nada. Me acerco al mundo, al camino; me levanto sospechando que volveré a quemar mis pies descalzos, sin embargo, cada vez encuentro menos causas que me lleven hasta el oscuro averno que me arrastraba. He despertado y menos mal que lo hice antes de caer rendida y no poder mirar de nuevo al cielo. Siento un pequeño halo quijotesco que se despierta en mi cabeza, pero no es locura, sino un pequeño fragor intacto que me lleva, que me anima el ánima para que saque el valor e, impacientemente, vuelva a resurgir de mis cenizas. Ahora apaciento mi mirada y, entre tanto, voy rescatando aquella sonrisa, aquella luz que me ha guiado. La que tantas

un lugar en nunca jamás

Salí de mí y el mundo se me venía encima, la gente me miraba y yo, como si nada, seguía mi camino solitario mientras echaba unas poquitas migas de pan para no perderme. Miré al cielo, pero solo vi unas nubes que, de vez en cuando, me saludaban a su manera. Miré todo lo que me rodeaba y solo alcancé a ver tres o cuatro árboles que custodiaban aquella explanada ingente a la que había llegado. De nuevo, miré al frente e intenté seguir mi camino, sin embargo, en el centro de mi senda se abrió una zanja que cortaba la llanura en dos mitades. No me hizo falta ni plantearme si podría cruzarla. La zanja se expandía hasta el horizonte abrasando el paisaje con un halo de desilusión, de sombras, de trastorno. Intenté rodearla, buscar un paso por donde cruzar pero, a pesar de todo, la zanja cada vez se abría más separando mi yo de mi ello. Volví a desandar lo andado y me senté en el punto donde había dejado mi camino. Crucé las piernas y, mientras apoyaba mi cara sobre las manos, el sol iba declin