Noviembre fatídico

Dulce hálito de otoño que descubre las esencias de un frío hiriente. Se me cubre la cara de una escarcha entre dulce y amarga que se va y se viene, balanceándose, atrayendo hacia sí aquel pasado que tuvo aspiraciones de futuro y sólo se quedó en pira, en fuego helado, en agua adusta.

Es noviembre con su no, su nunca vi tal cumbre como aquella, con aquel empaque; ni brebaje m
ás mortífero, ni golpe más horrible a un estado. Es noviembre de romanticismo, de amor, de muerte: todo en uno.

Son once canciones que me gritan y aproximan a la primera vez que quise perderme entre aquellos brazos y no pude o, en realidad, no quise querer perderme.

Es noviembre de recuerdo, de tristeza al ver el rostro que me alzaba al cielo y ahora solo me desfigura o, ni tan siquiera, pues no me figura en nada, excepto en odios, en silencios, en triste ausencia.

Noviembre es cólera, es tiempo perdido, es la enfermedad del año. Es la caida de un yo que no quiere ser el mismo que fue y se rebela, arrebatando a las antiguas creencias su existencia. Rompiendo los hilos que los demás tejían para establecer sus opiniones.

Noviembre es la lucha contra los fantasmas en los que una vez confié y me acercaron a aquel precipio donde yo creí poder salvar mi mundo de su muerte; donde yo me lancé como un Orfeo el cual esperaba poder salir victorioso y que, en el último segundo, se volvió hacia la sombra que le seguía y la perdió para siempre.

Noviembre no es sin ti más que la nada.
Noviembre es un mes triste.
Noviembre es un mes gris.
Noviembre es la luz negra del otoño.

Noviembre vete, noviembre.

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