Querida muerte: amor

Un bombín negro le cubre el cabello,
Nublado como una tarde de otoño,
En la espalda le rezuma el ingenio,
Como a un bohemio en el barrio rojo.

En la tez morena, un surco intenso,
Se le desgaja al rozar sus ojos.
En la cueva albar le brilla un eco
Que retumba, inquieto, en su sofoco.

Como un aedo, por ella, hambriento,
Como un mendigo de amores torvos,
Calló el caído en un silencio extremo
Mientras buceaba en calimocho.

Llorando en una esquina la esperaba,
Ahogando el dolor, cantando acordes.
Bajo un manzano amanecía al alba,
Como un goliardo que se esconde.

Flor que entre los dedos acariciaba,
Rosa espinosa, luz de amores,
Se encontraba inmersa en su mirada,
Razón de amor, estrella del orbe.

Como un autor, caudillo del hampa,
Como un mendigo que, aún, responde
Y escribe afectos a quien le odiaba.
Hoy navega, esclavo, hacia el horizonte.

Buscó en el amor desenfrenado
Respuesta a aquella vida de penumbras.
El reo, en las galeras de aquel barco,
Funde su triste voz con la noche bruna.

La madera está crujiendo en el arco,
Se ha partido ya la cuerda por la amura,
El mar mece al preso entre sus brazos,
El viento canta su canción de cuna.

Como un poeta que, acorralado,
Huye del destino en su escritura,
Murió hoy un corazón enamorado
Que duerme, ignorando, bajo la luna.

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