Y resultó que todo era mentira

Si nos damos un paseo por la Red y, sobre todo, observamos las noticias del día, podemos ver el culmen de la estupidez y la intolerancia. Después de muchos años en el Senado estadounidense, uno de los representantes más nocivos contra la homosexualidad ha sucumbido y se ha declarado gay.

Esto ha sido un escándalo pero, a pesar de sus tendencias sexuales, no se ha retractado de ninguna de sus palabras pues, según él mismo ha comentado, quiere separar su vida pública de la privada.

Bajo un punto de vista lógico esto pierde todo el sentido. En estos casos es cuando, de verdad, la hipocresía se desnuda ante el mundo y nosotros, como siempre, nos quedamos boquiabiertos.

No quisiera ofender a nadie con esto pero me asquean tanto situaciones como estas, que no me queda más remedio que hablar y, por supuesto, criticar a esta clase de personas que se esconden tras una fachada encalada con una personalidad de farsantes y titiriteros.

Quizás muchos quieran defenderlo con un trasfondo retórico y sofista pero, aunque muchas veces parezca lo contrario, la ética llama más a la catarsis que el propio discurso. ¿Qué pensarán aquellas personas anti-homosexuales que votan a este senador? Ciertamente se verán tan ultrajados como los homosexuales que, tantas veces, han sido atacados por las palabras de un gay con remordimientos.

Quisiera afirmar que no me sorprende, en absoluto, que ocurra esto. Estados Unidos, con su facha de mentalidad abierta y regeneración, sigue anclado en un estado medievalista que, a pesar de las luchas y revoluciones, promueve una diferenciación social contra los que ellos llaman "diferentes".

Aun teniendo en cuenta los grandes cambios que han acontecido en este pasado año, la segregación racial y la lucha contra la homosexualidad siguen tan vigentes como hace cincuenta años. Hoy ha quedado demostrado que esa sociedad, tan original, es un cuadro ajeno en el que se pintan y suscriben unos colores que, en realidad, no se sienten.

Ciertamente, la realidad de este mundo cada vez se contradice más y el hecho de que esto salga a la luz, confirma aun más la idea de que la sociedad es una gran mentira.

Fueron muchos los filósofos que defendieron y defienden que el hombre es un ser social- teoría que yo no desmiento- pero si en realidad el hombre no es un ser autónomo, ¿por qué se hace a sí mismo ese daño?

Quisiera comprender la mente humana pero no me siento en la posición, ni con la capacidad de poder conseguirlo, a pesar de ello, intentaré seguir creyendo que esto es, tan solo, una situación apartada entre tantos millones de personas y que, de una vez por todas, el mundo ha abierto su mente, aunque sea, desde hoy, un poquito más.

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